Capilla Notre Dame du Haut, Ronchamp – Francia – Le Corbusier
Generalmente mencionamos o conocemos esta capilla como la Iglesia de Ronchamp obra del maestro Le Corbusier. El verdadero nombre de la iglesia es Capilla de Notre Dame du Haut y el de su autor, Charles Édouard Jeanneret Gris a quien a partir de 1918 aproximadamente se comenzó a conocer como Le Corbusier, nombre que deriva del apellido de su bisabuela materna Lecorbésier.
Le Corbusier nace en Suiza en 1887 en La Chaux-de-Fonds. Aquí, en la escuela de Arte, estudio en sus principios artes y oficios, fue pintor y escultor. El maestro L’Epplatenier alguna vez le dijo que el seria arquitecto y motivado por un compañero de la escuela de arte quien quería construirse una vivienda, se intereso mas por la arquitectura, la técnica y los materiales y proyectó su primera vivienda a los 18 años convenciendo a su compañero que podía hacerlo, aun sin ser arquitecto como el mismo le había planteado.
En 1916 se traslada a Francia donde se nacionaliza francés. Confirmo allí su sensibilidad por el arte. Aunque no es mencionado oficialmente arquitecto, se lo considera uno de los maestros y referentes de la arquitectura moderna. En Francia funda con unos amigos la revista L`Espiritu Noveau, revista de arte en la que, en su primer número creyeron conveniente incluir también un artículo de arquitectura, el cual firma por primera vez como Le Corbusier, nombre con el cual se haría internacionalmente conocido. En Paris trabajo en el estudio de Auguste Perret, quien ya estaba incursionando con la construcción en hormigón armado. En Alemania trabajo con Peter Behrens, acercándose así a la obra de Ludwig Mies van der Rohe y Walter Gropius que habían trabajado allí. Viajo también por distintos países de Europa incorporando las nuevas técnicas y tendencias para luego consolidar la propia. Fundó con su primo un estudio en 1922 donde trabajaron juntos durante casi veinte años principalmente en proyectos de residencias.
Hoy podemos acceder a mucha información sobre Le Corbusier y su obra. Creo conveniente esta pequeña introducción sobre su evolución y primeros pasos para comprender un poco mejor una de sus más importantes obras como lo es la Capilla Notre Dame du Hout en Ronchamp, cuyo proyecto le fue encargado para reemplazar la antigua Iglesia destruida luego de la segunda guerra mundial y para revitalizar el centro de peregrinaje que siempre había sido Ronchamp.
Es muy agradable el camino que nos conduce a Ronchamp atravesando la campiña francesa, mientras aumenta la ansiedad queriendo descubrir detrás de algún grupo de arboles o bosquecito, después de una curva en el camino o sobre alguna colina, algo que nos indique que allí está la capilla… esperándonos.
Podemos llamarla como en algunas publicaciones, La Capilla de la Luz. Construida entre en 1950 y 1955. La Capilla Notre Dame du Haut o simplemente Ronchamp, es una capilla católica visitada por peregrinos y turistas de todo el planeta interesados tanto por el lugar religioso como por el edificio que encierra en sí mismo las características técnicas, proyectuales, artistas y estéticas que Le Corbusier imprimió tanto en su obra como en la arquitectura moderna.
En el sendero de entrada y ascenso, la capilla parece desaparecer, su figura nos sorprende cuando estamos a unos pasos de ella, dándonos una primera visión que realmente emociona. Implantada sobre una colina en un predio muy amplio y rodeada de una verde vegetación, ubicada en un punto desde donde puede observarse el horizonte mirando hacia cualquiera de sus lados. Este espacio abierto, donde se respira tranquilidad y paz, invita a quedarse a apreciar la obra en su exterior antes de internarse en el interior que nos sorprenderá tanto como la primera visión que tuvimos del edificio.
La curvatura en sus paredes permite apreciar la obra desde el exterior, casi como una escultura a la vez que le dan plasticidad y especial configuración al espacio interior. Estas formas curvas marcan también características que comenzaba a desarrollar el movimiento moderno. La concavidad de la pared Sur, que es la primera cara que vemos al llegar al lugar, parece abrazar al peregrino, al igual que el muro Este, donde se apoya un altar externo.
La planta es simple, una nave única inserta en una forma ovalada con tres capillas, accesos laterales, coro, un altar y en su lado opuesto confesionarios. Cada detalle en su interior es una escultura en sí mismo sin dejar de ser parte de un todo en el maravilloso espacio interno. La concavidad del muro detrás del altar interior, permite en el exterior, como antes mencionaba, abrir un espacio donde se genera el lugar del altar para celebraciones al aire libre. La partes constitutivas de la obra se realizaron en hormigón, piedra, mampostería. Muros blancos, techo gris. El suelo sigue la curvatura de la colina, dirigiendo esa curvatura hacia el altar. La curvatura de los muros colabora también en la especial acústica del edificio.
Merece un renglón aparte el muro sur, calado por diversidad de ventanas, con vidrios ricos en colorido y de diversos tamaños, ubicadas de tal modo que producen un efecto de misterio único al ser atravesadas por la luz. Las ventanas son como conos de luz, ya que atraviesan el ancho muro aumentando su tamaño desde afuera hacia adentro, ya que la superficie externa de cada vano es menor en la parte exterior del muro que en la parte interior.
La Obra llama al visitante a rodeara para apreciarla en su totalidad y comprender su estructura como también disfrutarla en su relación con el espacio externo.
La cubierta, que también se desarrollada con formas curvilíneas, opuesta a la curvatura del terreno, parece estar flotando sobre el edificio. Se encuentra separada de las gruesas paredes por un sutil espacio, suficiente para permitir la entrada de la luz que aporta junto con las ventanas de distintas formas y tamaños, un ambiente místico y que llama al reposo y la reflexión.
El acceso principal está ubicado sobre del muro Sur, a continuación de la capilla sur. Un portal realizado en hierro fundido y decorado por Le Corbusier con coloridos dibujos en ambas caras. Sin embargo, luego de rodear el exterior de la capilla es probable que accedamos por la puerta Norte, recomendable además para dejarnos ser sorprendidos por el protagonismo de la luz penetrando a través de las múltiples ventanas que calan el muro sur, opuesto a esta entrada, y el efecto místico que genera en todo el espacio de la capilla. Una vez allí se percibe la quietud que aporta también al espacio, la luz que ingresa desde lo alto por la separacion existente entre la cubierta y los muros envolventes.
El interior es un espacio de recogimiento y silencio. Principalmente entre blancos y grises se desarrolla este espacio donde la luz que atraviesa los vidrios de colores de las ventanas, se ve reflejada. Pequeñas superficies de colores puros en algunos sectores, purpura, amarillo, verde para enaltecer al sitio que ocupa la imagen de la Virgen y en la capilla Norte no es solo el blanco protagonista, allí se ha pintado de rojo uno de sus muros que, al recibir la luz genera un especial ambiente de quietud. Tanto los elementos que componen el interior, como son la pila cilíndrica de Agua Bendita, el altar principal y los altares de las capillas, el pulpito y su escalera, así como también el mínimo mobiliario, son de líneas simples y materiales nobles. Los confesionarios se encuentran “cavados” en el muro posterior, opuesto al altar. Los bancos tienen una posición fija y determinada sobre una plataforma rectilínea.
El conocido Modulor, representado por un hombre de pie con uno de sus brazos elevado, es un sistema de medidas utilizado por Le Corbusier en el proyecto de sus obras y que consiste en resumidas palabras, en la relación matemática entre las medidas del hombre con aquellas de su hábitat de modo de conseguir estandarización, armonía y funcionalidad, por supuesto ha sido utilizado en el diseño de la Capilla y de sus diversos componentes.
El edificio de acogida a los peregrinos se encuentra ubicado estratégicamente delante de la Capilla de modo que el paisaje visto desde ella, no quede interrumpido por estas dependencias.
El camino de acceso, el espacio donde está implantada la igesia de Ronchamp, el paisaje circundante, como la capilla misma, componen un conjunto fascinante. La recorrida tanto del exterior como del interior se hace muy placentera al visitante.
Ubicada a 410 km de Paris, podemos llegar a Ronchamp por la A5, luego la N19 pasando por Ronchamp ascenderemos a la colina donde se encuentra ubicada Notre Dame du Haut. Viniendo desde Belfort recorremos unos 25 km también por la N 19 para arribar a la Capilla.
Antes de dejar Ronchamp, si aún nos queda un poco de tiempo, puede visitarse el Museo de la Minería, en el 33 Place de la Mairie, Ronchamp, donde se cuenta parte de la historia de la mina, se exhiben herramientas de trabajo, mobiliarios y otros objetos de la época. Una visita que puede ser realizada en poco más de 40 minutos.